
Si nos detenemos a pensar, veremos que las frutas y todos los vegetales, sobreviven a la intemperie, enfrentando todo tipo de condiciones y agresiones meteorológicas.
Todo ello es posible gracias a las sustancias protectoras y antioxidantes naturales que poseen. En definitiva esas mismas sustancias son las que nos protegen cuando consumimos el alimento.
Es decir que nos beneficiamos absolutamente con todas esas vitaminas y nutrientes que la fruta posee. Llenamos de vida todo nuestro organismo.
Como principio alimenticio básico puede establecerse que no hay especie frutícola que no guarde propiedades beneficiosas para el organismo. Todas deben formar parte de la alimentación diaria, y lo mejor es variar las especies que se consumen. Para una dieta sana es aconsejable la ingesta de cinco raciones diarias de fruta y verdura. Especialmente recomendables a cualquier edad, y para cualquier persona, son los cítricos y las frutas rojas, ricas en vitamina C, y las frutas de color amarillo anaranjado, por su alto contenido en betacaroteno, precursor de la vitamina A.


Para las personas que no tomen el agua que deben, cuya cantidad aconsejable es de dos litros diarios, nada mejor que la sandía, rica en el líquido y muy baja en calorías, un aspecto que la convierte en aliada contra el sobrepeso. El apelativo de ligeras también se puede aplicar al melón y la fresa, por poner dos ejemplos.
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